En el vuelo que me llevaba de las Cataratas de Iguazú a Lima ya empezaron a meterme miedo, cada persona con la que hablaba me decía cosas horribles de la capital el virreinato. Cuando me metí el taxi a eso de la 1 de la mañana de camino al hotel, mi cabeza empezó a imaginarse lo peor: robo, palizas... pero bueno, después de dar mas vueltas que un tonto y preguntar a varias personas me llevo al hostal-casa particular donde me iba a quedar por 3 días. Me dio un descanso cuando llegué a mi cama sano y salvo que dormí como un bebe.
Por la mañana, a la hora del desayuno, empecé a hacer los planes del día. La dueña de la casa me empezó a tachas del mapa las zonas no seguras de la cuidad, y después de un ratico sólo quedaba el centro histórico y el barrio de Miraflores sin ningún apunte, todo lo demás era 'zona vedada'. A la conversación se unió una chica española que estaba en su último día en el país después de 3 meses trabajando en la selva y que no había tenido la oportunidad de ver la ciudad todavía, así que nos fuimos juntos de visita.
Una cosa que nos explicó la dueña fue el sistema de buses: varias compañías haciendo la misma ruta y compitiendo por los clientes. Un lío de cojones. En los buses, uno conduce y va gritando por la puerta el nombre de las calles por las que va a pasar, un espectáculo.
La primera parada de la visita fue el convento de San Francisco, una muestra de poder que la orden tuvo en este país. Hicimos la visita guiada por la parte superior y lo mas interesante, por la parte inferior, las catacumbas. Aquí todo el mundo con plata se quería enterrar cerca de los monjes para llegar antes al cielo, así que los sótanos de las iglesias están llenas de huesecitos, en esta hay tantos que los arqueólogos se han dedicado a hacer figuras con ellos, una pena que no se pudieran hacer fotos.
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Convento de San Francisco sin turistas esperando en la puerta, ¡Todo un milagro! |
De tanto ver huesos me entró hambre y nada más salir nos fuimos a comer uno de esos menús de 7 soles, todo un lujo, barato y bueno. El resto del día lo tuve que pasar sólo, mi acompañante tenía que hacer a maleta y largarse al aeropuerto, lástima porque me lo estaba pasando bien. Como ya va siendo costumbre me puse a andar: Plaza de Armas, Jirón de la Unión, Plaza San Martín.
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Libertador San Martín |
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¿Aquí también hay Papa Noel?... |
En esta plaza me puse a oír a uno de esos predicadores latinoamericanos, que biblia en mano se ponen a contarte lo que has y no has de hacer, pero en la versión peruana la gente se para y les hace preguntas escamosas, se ponen a reírse de ellos, me encantó.
Allí se me acercó un tipo que se puso a hablar conmigo de la ciudad, su historia, sus monumentos. Me ofreció una visita guiada gratuita por el centro y lo seguí. Fuimos de iglesia en iglesia, unos ejemplos:
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