viernes, 4 de enero de 2013

Día 68: Una playa tranquila

Como este iba a ser el último día en la costa por un tiempo, tocada descanso y no hacer casi nada. Por la mañana en el hostal después de ayudar con los desayunos, pregunté si había una playa tranquila, sin muchos turistas para simplemente sentarse y no hacer nada. Los expertos me dijeron: 'si, claro, a una hora al norte hay unas playas en un acantilado cerca de un pueblo de pescadores donde en esta época no va nadie'. Pues ya tenía plan, camino al norte.

Otra vez me fui a la avenida del puerto a esperar uno de esos buses que recorren toda la costa. Me dijeron que estaría allí en una hora, pero debió penar que se viajaba a la velocidad del trueno porque el bus iba parando en todos los pueblos, haciendo la ruta escolar en dos de ellos, llevando a gente a los centros comerciales... en fin, que el paseo para llegar a la playa fue de 3 horas en un bus sin aire acondicionado donde sólo faltó que se subiera el típico campesino con la gallina. 

Por lo menos al llegar estaba lo prometido, mar y tranquilidad:

Ni un alma a la vista
Un restaurante con buenas empanadas de camarón, recomendable
Los únicos moradores de la bahía, nadie más a la vista
De vuelta al pueblo encontré esta tienda,
lo mismo te lee las cartas que te desbloquea al móvil
Los pelícanos terminaron siguiéndome todo el rato,
o estaban muy aburridos o querían mi bocadillo, no lo tengo claro
Como El Portús, más cerquita del agua no se puede vivir.
Después de unas cuantas horas de relax tocaba otra vez el bus de la muerte de vuelta al hostal, de eso nada puedo contar, me quedé frito en cuanto subí. al despertar ya estaba de vuelta en Valparaiso, con tiempo suficiente para ir al hostal, darme una ducha, coger la maleta, saludar otra vez a Dave and Katie que andaban por allí y correr a la estación de bus, esta noche tocaba dormir una vez más en un aeropuerto para poder coger el vuelo al día siguiente tempranito. Próximo destino, el sur de casi todo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario